6/10/2007



EPISTOLARIO DEL DESARROLLO


“hay una diferencia entre ustedes y nosotros, nosotros no somos hijos de Dios, nosotros somos hijos del agua y de la estrella”

(NASA)


Cuando uno se adentra al estudio minucioso de las culturas aborígenes se encuentra entre grandes encrucijadas. Empezando porque es un tema muy extenso que no alcanza a abarcarse en su totalidad con pocas paginas, siguiendo con que es de arduas discusiones, si tomamos los pre-conceptos (prejuicios) que se suelen tener en el llamado pensamiento occidental acerca de las culturas indígenas. Y es que nosotros los que nos hacemos llamar “civilización” creemos y estamos totalmente seguros de nuestra “superioridad” y “evolución” frente a estas culturas que aunque materialmente y externamente aún son primitivas, su desarrollo humano alcanza grandes niveles de superioridad, en comparación a nuestra “cúspide” sociedad. En el presente ensayo quiero convencerles del porque a mi precepto los indígenas son el ejemplo vivo del verdadero desarrollo y que nosotros los occidentales no somos mas que máquinas destructivas, manipuladas por un sistema que maneja nuestros actos y por sobre todo …nuestra conciencia e identidad.

Las culturas primitivas a nivel general (excluyendo las pocas diferencias entre culturas), se han caracterizado a lo largo de los siglos por mantener una comunicación constante y perpetua con el medio y el territorio que habitan. Esclareciendo el respeto y valor que tiene la naturaleza para su existencia y subsistencia en el mundo, ven lo Natura (Naturaleza) como parte de ellos, como el componente de un todo que trabaja para la constitución global de un buen vivir como lo afirma [1]Carlos Viteri Gualinga, dice que estas culturas no ven el desarrollo como algo lineal, porque para ellos no existe ni el pasado ni el futuro, solo el presente. Muchas culturas aborígenes tienen el concepto de que la Naturaleza es vida en todos los aspectos posibles y de que esta misma posee una alma que se le debe de cuidar y respetar. Es por tanto que no existen jerarquías, el ser humano no es superior, no tiene el derecho de abusar del medio. Lo utiliza para su vida y no para lucrarse como suele suceder en nuestra “civilización”, que vive en la constante búsqueda de enriquecerse y crear jerarquías de poder en todos los componentes de la vida (Naturaleza, hombres, clases sociales, razas, culturas).

Un aspecto de gran importancia en estas comunidades es acerca de la posición social de las mujeres en el sostenimiento de la población. Se percibe que en estas la mujer tiene un lugar primordial. Son símbolos de vida, relacionan la mujer con el proceso de fertilidad de la tierra, los ciclos de la luna y para la reproducción de la especie. Por estas razones no hay distinción ni supremacía del hombre en relación a esta. No existe la desvaloración en la vida comunitaria entre hombre y mujer además los dos juegan un papel de equilibrio y aporte mutuo para el eficaz sostenimiento de la población, aspecto que en comparación a nuestra civilización (a pesar de los cambios generados en las ultimas décadas, la mujer sigue teniendo un segundo lugar a nivel social) es muestra rotunda de una evolución ecuánime y trascendental con los componentes de la vida.

El hombre moderno y contemporáneo ha vivido desde que descubrió el concepto de “poder” en un mundo estructurado y creado solo para la sobre vivencia, arrojado a un mundo en donde tiene que luchar con los otros sujetos para no sentirse inferior y perderse en medio de la debilidad angustiosa de una vida sin aparente sentido, genera un gran apego a lo material, eso que le brinda un placer , que aunque pasajero logra evadir por un momento su angustia, y desde ese instante su vida gira en torno de ese factor “poder” y dominio. Empieza a arrasar poco a poco con todo lo que le obstaculice el paso, y usa desmedidamente lo que puede controlar para seguir acumulando riquezas y poderíos. En ese punto nacen “las jerarquías, las desigualdades, las guerras, la pobreza, el egoísmo, la violencia etc...” y es ahí en donde yo me pregunto ¿Cuál es la evolución? Si como personas no hemos aprendido a convivir en comunidad, si nuestra existencia se reduce a meros utensilios pasajeros, efímeros, que aunque cooperan en nuestra vida, no dan significados profundos acerca de lo que somos, no como maquinas, sino como seres.

Desde épocas coloniales, y la invasión española a nuestros territorios americanos, se ha evidenciado un factor preponderante. En nuestra cultura occidental (originaria de los colonos) la visión del trabajo es individualista. Muchos obreros trabajan arduamente no para el benefició de una comunidad, sino para el lucro de un solo individuo. En las culturas indígenas todos viven en armonía y el trabajo de los integrantes no es el lucro de uno. Es para toda la comunidad, es un benefició colectivo. Estas culturas entienden a plenitud el concepto de trabajo comunitario y tienen un modelo armónico de vivir en sociedad, utilizando factores como “la solidaridad, el compromiso, el respeto y por sobre todo la equidad”. Cada integrante de la comunidad juega un papel fundamental en ella, es indispensable, y no existen conceptos de “pobreza”, “explotación”, “injusticia” y desigualdad.

Quizás este sea un momento determinante en la historia de la humanidad, porque poco a poco hemos venido entendiendo nuestros errores y falencias, miramos con ojos críticos nuestros actos, porque es inevitable seguir ocultándolos con excusas y justificaciones que evidencian nuestra hipocresía con el mundo que habitamos. Se hace necesario un cambio de actitud, una formación y construcción humana, eso es lo que somos al fin y al cabo, aunque muchos intenten destruir nuestra esencia e identidad. Eso ha pasado a lo largo de los siglos, nosotros hemos sido manipulados, engañados con falsos testimonios de felicidad, creyendo que esta se encontraba afuera de sí, y que en ese arduo proceso de encontrarla, había que destruir lo que se interpusiera en el camino, “hombres, naturaleza, vida.” Todo para conseguir que?, para llegar a donde? Si al final de todo viaje, es una estación la que nos espera, y en esta no hay cabida para “las riquezas, el poder, las pertenencias etc..”. Lo único y relevante que tiene el hombre, es ser conciente de lo que es (a diferencia de los animales), y como ser racional tiene el deber de administrar efectivamente lo que le rodea, no como propietario, sino como administrador. Es en este aspecto en donde siento una gran admiración hacia los indígenas, ellos han sabido mantener su identidad, y siguen luchando por vivir armónicamente con el mundo, pero sobre todo consigo mismo. Su evolución esta interiormente, no necesitan de vestimentas para protegerse del frío, ellos dominan sus propias necesidades, su propio cuerpo, es su alma en contra del estuche que les cubre. No necesitan pensar en poderíos, lujos,….El mayor lujo que tienen estos maravillosos seres es que aprenden a admirar la belleza incipiente del cielo, las estrellas, el agua, el Sol, la “Tierra”, y la aprecian no solo por bella, sino porque constituye la base de sus vidas, la admiran y le respetan. Quizás algún día los que estamos en este lado del mundo logremos comprender la necesidad que tenemos de saciar la sed espiritual,….De crecer interiormente, sin tantas preocupaciones externas (sin tantos odios, destrucciones, sufrimientos y temores) y nos lancemos estrepitosamente a buscarnos a nosotros mismos y ser el reflejo de aquellos que nos acompañan en este pequeño lapso de existencia, viviendo en realidad en equilibrio y armonía con lo que me rodea y permite que sea lo que soy, y lo que realmente quiero ser.


[1] Carlos Viteri Gualinga. Kichua de la amazonía ecuatoriana, miembro de la Organización de Pueblos Indígenas. de Pastaza-OPIP (Filial Confeniae-Conaie). .

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